miércoles, 28 de abril de 2010

A Manuel

No imagino si quiera el momento en que a un padre le quedan aún fuerzas para escribir a un amigo, a un amigo del alma, un mail como el que he leído esta tarde, en el que en una línea de dolor se comunica que su hijo ha fallecido. Estaba enviado a las 8:22 a.m., la mañana después de una noche amarga, la más amarga de cuantas le pueden tocar vivir a un hombre.

A mi se me ha revuelto mi niñez, se me ha roto un trozo de mi infancia guardado en algún sitio, y se me ha metido el duelo en el cuerpo. Por segundos me he acordado de Pérez del Molino, de Juan de Herrera 21, de la cafetería de Láinz, de Ucieda, de las guerras encendidas entre padre e hijo a costa de los libros, a costa del futuro. Un futuro al que se la ha parado el reloj porque el corazón le ha dejado de latir a Manuel esta misma noche.

Hoy, mientras regresaba al trabajo por la tarde, recordaba las muchas veces en que había visto a Manuel subir y bajar las escaleras de Difarca en La Albericia, metido entre ordenadores y listados de medicamentos; porque son los recuerdos más cotidianos los que más desperfectos causan cuando se pierden, y me aterraba el pequeño paso que separa nunca y siempre, porque nunca hay verdaderas respuestas a la muerte.

Ahora sólo me brota el deseo de compartir algo del dolor de esa familia que tanto sufre hoy, a la que considero familia mía también. A sus padres, a sus 3 hermanas, a su mujer, a sus hijos, desde lo más profundo del corazón, mi más sentido pésame.

2 comentarios:

Peter Mihm dijo...

Sin duda alguna, hay cosas en la vida para las que es imposibles estar preparado...

D.E.P.

Unknown dijo...

Lo siento ... lo siento de verdad ... aún es pronto porque llora el corazón pero algún día los recuerdos esbozarán una sonrisa! Te acompaño en el sentimiento ... muacc