jueves, 30 de diciembre de 2010

La encopetada sociedad santanderina

Acostumbro a separar mis opiniones personales de las tuyas. Y lo hago seguramente por aquella verdad unamuniana que dice que las simpatías y las antipatías son recíprocas.

También me gusta separar el hecho del derecho. Seguramente para protegerme de la dialéctica malsonante. Y sobre todo porque casi nunca me convencen las teorías de la conspiración.

Y ahora no sé si tatarear una canción o tararearla. Y tampoco sé si hay que incluir en este post a los excluidos o a los marchitos o ya no hace falta, porque la auténtica medida de un hombre sólo se  manifiesta en un ambiente de confianza.

Pues tiro porque me toca.







1 comentario:

Gutix dijo...

Hay algo mejor que conspirar?
Eso sí, hablar de conspiración rodeado de mític"os" es más fácil que si hubiese mític"as" presentes.
Espero que después de esto no me llame la Bibi.