lunes, 13 de junio de 2011

Nos vamos de boda

A veces me pasa como a los jugadores de verdad, que cuando ganan mucho, siempre les parece poco, y cuando pierden poco, nunca les parece mucho. Debe ser porque a mí me gusta mucho el juego. El de las palabras y el de los dineros. Por eso a veces hago juegos malos con palabras buenas, aunque no gane nada con ello. Y por eso todas las veces que pierdo, siempre me juego nada.

Hoy el post es como un pequeño juego. Se trata de romper la semana en dos. La primera parte será algo más larga y responsable; me apretará bastante más el cuello y pondré cara de que me interesa mucho lo mucho que ganan otros, sobre todo a los que les aprieta el cuello más que a mí.

Incluso me permitiré a mí mismo participar en alguna discusión sobre el espíritu de alguna nueva regulación. Si es a vida o muerte, mejor. Hasta ahí todo normal, como cualquier semana con clase de inglés.

Pero cuando me afloje definitivamente el nudo de la corbata y por el altavoz se oiga el ‘viajeros al tren’, con solo apretar el detonador del gas de la risa ya nadie podrá sacar de mi boca ni un sólo drama de los de diario.

Entonces, cuando en la boda de Nandín empine el primer trago de blended, cuando una y otra vez repita el 'sí quiero' a la siguiente ronda, y cuando a mi diestra y a mi siniestra me acompañen dos de los más grandes exs que ha dado la faz de la luna, entonces, y solo entonces, me trasladaré al trozo de cielo que tengo reservado cuando mi tren viaja con vistas al mar.

Nos vemos en la cancha, crackssssssss

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