lunes, 19 de diciembre de 2011

Sin asunto

Hay días que el cielo nos remite a sus muertos. Como hoy, por ejemplo, que al salir del banco me crucé con mi abuela Joaquina. Se acercó para preguntarme si quería el pan del bocadillo tostado. Le dije que sí. Y hace unos días mi abuelo Salvador me mandó a por tabaco, unos ducados, aunque yo en realidad sabía que los cigarrillos eran para mi abuelo Paco. Y la semana pasada estuve con Barri, conversando entre risas sobre algo que ya no recuerdo. Era en la plaza del ayuntamiento de Santander, de noche, serían casi las diez de la mañana.

Ni que decir tiene que los tres vinieron de incógnito, disfrazados de abuela abadesa, operario artesano y poeta ambulante. A pesar de sus fachas, yo los reconocí en seguida. ¿Que para qué vinieron? Supongo que para hacerme recordar. O supongo que para que cada día no parezca un plagio del anterior.

2 comentarios:

Peter Mihm dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Peter Mihm dijo...

Enorme Salvín. Yo a Barri me lo cruzo casi a diario. Alguna vez le he visto de poeta ambulante, sí. Ese look lo borda.

Otras veces, de estudiante, de indignado, de pijeras (aquí su estilismo flojea un poco), de dandi... Lo que hace el tío para que no esté triste. Un crack.