Sigue
siendo todo un caballero en edad de merecer, porque en su cabeza lucen más las
ganas que las canas. Sigue siendo un cuarentón con alma, que le permite tener
un especial sentido del sentir.
Por
eso yo siempre le recuerdo vestido de paisano, o investido de traje. O decidido
a decidir, sin mucho éxito. O decidido a vivir, con mucho éxito.
O
hablando con la gente, sin que le entiendan. O cautivando a desconocidos, que
no le necesitan entender.
O
haciendo de militar, obedeciendo a su instinto. O haciendo de niño, con olor a felicidad.
Aunque
muchas de las mejores veces le recuerdo bebiendo por afición, conmigo al lado, para
pasar cada fin del mundo inadvertidos en noches de copas.
Y
hoy, que ya casi sumamos un siglo entre los dos, celebro este especial cumple en
el que 'la alegría y la tristeza viajan en el mismo tren', con doble ración de
abrazos sin brazos.
Muchas
felicidades, zorreras, y que cumplas muchos más, por lo menos otros tantos como
yo.