viernes, 8 de noviembre de 2013

Concierto Quique González


El otro día fui a un concierto de Quique González en San Cristóbal de La Laguna. Absténganse La Laguna y Santander.

Fue puro azar encontrarme el día anterior con él en la cola del vuelo de Ryanair de Madrid dirección Los Rodeos. También fue puro azar asistir al concierto.

Por eso todo me parecía una mezcla de pan y clonazepán, una especie de crimen perfecto, una moneda con dos caras, o las dos caras de la misma moneda, como  una mezcla de Vega sin Antonio, o de Quique con Enrique.

El concierto tuvo formato acústico, con dos guitarras, una armónica y una voz, por aquello del exceso de equipaje y la teletienda de Ryanair, supongo. El repertorio fluía del escenario al patio de butacas y al revés, sin más norma que la que procede de la física y la química.

Yo pasé un rato inolvidable desde la primera fila del Teatro Leal, que se numeraba en mi entrada como ‘fila 2’, no sé si para añadirle encanto o para quitarle superstición al teatro.

Y es que, a veces, las canciones de Quique te dejan entrar en otras canciones, o te permiten encontrar fácilmente lo que no buscabas. A mí me suelen conducir al encuentro con la libertad, como si estuviera abrazado a Juana la loca, o como si me reencontrara con la soledad de Felipe el hermoso.

SiempreQuique

SiempreVega

1 comentario:

BORJAMON dijo...

Supongo que te dedicaría uno o dos temazos. Que bueno.